El pan, el vino y la ciencia: la historia de Granotec y Miguel Ángel González Ortiz

Desde la adolescencia, Miguel Ángel González Ortiz estuvo rodeado de aromas que marcarían su destino. Por el lado materno, los viñedos de Viña Lindero y Vizcaya en el Valle del Maipo le enseñaron el arte del vino, mientras que, por el paterno, el Molino La Estampa lo conectó con el mundo de los cereales. Aquella dualidad ancestral —el pan y el vino— no solo lo acompañó en su formación, sino que se convirtió en el eje de su vida profesional. “Siempre me ha apasionado el buen pan y el buen vino. Es algo que me llena el alma y me motiva a seguir explorando”, ha dicho en más de una ocasión.


Esa pasión se transformó en propósito en los años ochenta, cuando Miguel Ángel fundó Granotec, una empresa que desde su origen se propuso innovar en la industria alimentaria a partir de los cereales. El nombre mismo lo dice: “grano” y “tecnología”. No era solo una empresa, sino una visión de futuro. En un contexto donde la alimentación comenzaba a ser cuestionada por sus efectos en la salud, Granotec apostó por la ciencia, la biotecnología y la nutrición como herramientas para transformar la forma en que comemos.

La agricultura y molinería, que habían sido parte de su infancia, se convirtió en el punto de partida para una cruzada más amplia: mejorar la calidad de los alimentos en América. Miguel entendía que los cereales eran la base de la alimentación humana. Así, Granotec comenzó a trabajar en la incorporación de micro y bionutrientes —vitaminas, minerales, enzimas, fibras, proteínas— no tan solo en harinas y productos a partir de ellas, sino también en productos como lácteos, suplementos, bebidas entre otros.


Granotec es una Compañía consolidada, que se proyecta al futuro y  formada por un gran equipo de personas, profesionales y técnicos, comprometidos y especialistas en la formulación de mezclas de Ingredientes de Alto Valor Nutricional, Biotecnológico y Funcional, que se enfoca para proveer a la Industria Alimentaria en Chile y América con diversas soluciones bajo rigurosos procedimientos y estrictos estándares de calidad para, además de enriquecer, optimizar el rendimiento y los tiempos de proceso, que nuestros clientes obtengan los resultados esperados en alimentos y bebidas.


 Uno de los aportes más significativos en esta línea ha sido el liderazgo de Granotec en la fortificación de harinas con vitaminas y minerales esenciales. En un continente donde las deficiencias nutricionales siguen afectando a millones de personas, la empresa asumió el compromiso de desarrollar soluciones que permitieran enriquecer harinas con micronutrientes como hierro, zinc, ácido fólico y complejo B. Esta labor no solo ha tenido impacto técnico, sino también social, al colaborar con políticas públicas de nutrición y programas de alimentación escolar en diversos países de América Latina.


Adicionalmente, uno de los pilares técnicos que ha consolidado el liderazgo de Granotec en la industria molinera y panadera y otros horneados, ha sido su experiencia en la formulación de mezclas enzimáticas para el tratamiento de harinas y procesos de panificación. El equipo técnico de la empresa ha desarrollado soluciones enzimáticas que permiten mejorar la funcionalidad de las harinas, optimizando parámetros como la extensibilidad, la tolerancia al amasado y el volumen del pan. Estas mezclas, cuidadosamente diseñadas, incorporan enzimas que actúan sobre los componentes estructurales de la harina para potenciar su calidad, vida útil, estructura, rendimiento en diferentes tipos de panificación, desde procesos artesanales hasta líneas industriales de alta velocidad.


Este conocimiento técnico se complementa con una interpretación experta de los análisis reológicos. Estas herramientas permiten caracterizar el comportamiento de las harinas bajo condiciones de esfuerzo y deformación, proporcionando datos clave para ajustar las formulaciones enzimáticas con precisión. Gracias a esta sinergia entre formulación y análisis, Granotec no solo ofrece productos funcionales, sino también asesoría técnica de alto nivel, ayudando a sus clientes a alcanzar estándares superiores de calidad, rendimiento y consistencia.


Pero no se trataba solo de mejorar fórmulas. Miguel tenía una convicción profunda: la innovación debía estar al servicio de la salud. “Queríamos rescatar ingredientes benéficos y convertirlos en alimentos más saludables. Para eso, los cereales eran clave. Mis raíces están ligadas a ellos, por la tradición agroindustrial de mis padres”, ha dicho. Esa convicción se tradujo en una estrategia de investigación y desarrollo que ha sido constante a lo largo de los años.


En este contexto, el aporte del Informe de Calidad de Cosecha Trigos (ICCT), realizado por GRANOTEC y difundido anualmente por cuatro décadas en el seminario del mismo nombre ha sido fundamental. Este interesante reporte, que registra los principales parámetros que impactan en la calidad del trigo cosechado, no solo proporciona información relevante para el manejo de las harinas provenientes del trigo chileno, sino que también sirve como una excelente guía técnica para el tratamiento de harinas en Chile y América. Gracias a este tipo de estudios, Granotec ha podido formular soluciones enzimáticas precisas para el tratamiento de harinas con diversas características, orígenes y aplicaciones en variados tipos de procesos y productos. La sinergia entre ciencia aplicada y conocimiento agroindustrial ha sido clave para mantener la excelencia y adaptabilidad de sus desarrollos.


En 2008, Granotec dio un paso decisivo al formar el Consorcio de Cereales Funcionales (CCF), una alianza con MAHRN, red de instituciones de referencia mundial en Winnipeg, Canadá. Esta red incluía centros como el Canadian Center for Agri-Food Research in Health and Medicine (CCARM), el Food Development Center (FDC) y el Richardson Center for Functional Foods and Nutraceuticals (RCFFN). El objetivo era claro: estudiar la obtención de nutrientes a partir de cereales y su aplicación en diversas matrices alimentarias.

Dos años más tarde, en 2010, Granotec obtuvo el respaldo de CORFO a través de su fondo InnovaChile para desarrollar el proyecto “Desarrollo de Consorcio entre entidades tecnológicas de vanguardia para nuevos productos funcionales a base de cereal con aporte significativo en la salud humana”. Fue un hito. El equipo de Granotec trabajó arduamente para sintetizar ideas, desarrollar prototipos y demostrar que era posible crear alimentos funcionales con impacto real en la salud.


Ese esfuerzo no pasó desapercibido. En 2013, en el contexto de una creciente preocupación nacional por el consumo excesivo de nutrientes críticos, como sodio, azúcares y grasas saturadas, y en paralelo al diseño de políticas públicas que más tarde darían origen a la Ley de Etiquetado Nutricional, Granotec fue galardonado con el Premio AVONNI en la categoría Alimentación. El reconocimiento fue entregado por el entonces presidente Sebastián Piñera, destacando el aporte de la empresa a la salud pública a través de la innovación alimentaria.


El galardón puso en valor el desarrollo de Pannivita, como un ejemplo de la esencia y el trabajo de Granotec para la obtención de un pan funcional que logró una hallulla con 50% menos de sodio y 50% menos de grasa, sin que los consumidores encontraran diferencias perceptibles frente a una hallulla tradicional. Este avance fue especialmente relevante en el contexto de la implementación de los sellos de advertencia de ingredientes críticos en Chile, ya que Pannivita demostró que con la incorporación de enzimas era posible ofrecer un producto más saludable sin comprometer sabor, textura ni aceptación. Fue un ejemplo concreto de cómo la ciencia aplicada puede responder a desafíos regulatorios y de salud pública con soluciones reales y efectivas.


En 2016, la presidenta Michelle Bachelet encabezó el lanzamiento del Programa Estratégico de Alimentos Saludables, Transforma Alimentos, en las instalaciones de Granotec. Acompañada por ministros de Economía, Agricultura y Salud, así como por el vicepresidente ejecutivo de CORFO y Miguel Ángel González Ortiz, el evento fue un reconocimiento al rol estratégico de la empresa en la industria alimentaria chilena y latinoamericana.


Granotec no se detuvo ahí. Desde 2015 y hasta la fecha, ha materializado proyectos concretos como la instalación de una planta piloto de fraccionamiento de granos, un laboratorio de evaluación sensorial y otras instalaciones dedicadas a la aplicación práctica de bioingredientes. Estos espacios no solo permiten desarrollar nuevos productos, sino también transferir conocimiento, integrar a la industria elaboradora de alimentos y contribuir directamente a la salud de las personas.


Uno de los hitos más relevantes en esta evolución fue la creación de la Incubadora de Innovación de Alimentos Saludables (IIMAS), impulsado por Miguel como una plataforma de colaboración científica, tecnológica y académica. IIMAS nació con el propósito de generar conocimiento aplicado, validar ingredientes funcionales y promover la innovación en alimentos saludables a nivel regional. A través de alianzas con universidades, centros de investigación y empresas del sector, IIMAS se ha convertido en un motor de desarrollo para la industria alimentaria, conectando la ciencia con las necesidades reales de los consumidores y los desafíos de salud pública.

A lo largo de los años, Granotec ha formado equipos multidisciplinarios que han participado en seminarios internacionales, publicado artículos científicos y desarrollado metodologías de aplicación que hoy permiten lanzar productos saludables al mercado. La empresa ha demostrado que la innovación no es solo una palabra, sino una práctica constante, una forma de pensar y de actuar.

Pero Miguel no solo ha dejado huella en el mundo de los cereales. Su vínculo con el vino, heredado de su madre, lo llevó a fundar Viña Estampa en el Valle de Colchagua, una bodega que refleja su visión de unir tradición y modernidad. Estampa se convirtió en pionera en la técnica del ensamblaje, elaborando vinos que combinan distintas cepas para lograr mayor equilibrio, complejidad y carácter. Se aventuro a abrir el valle de Colchagua hacia la zona costera de Paredones para la producción de cepas blancas de clima frio próximo a océano pacifico, además introdujo al país 17 variedades de cepas italianas de alta calidad que dan origen a vinos diferentes y únicos en el país, entre otras innovaciones aplicadas en función de calidad y originalidad. Al igual que en Granotec, la filosofía detrás de Estampa es clara: aplicar conocimiento técnico y sensibilidad artística para crear productos que conecten con las personas. En ambos casos, se ha demostrado que la ciencia y la pasión pueden convivir en armonía.


Para él, el mayor orgullo profesional ha sido liderar proyectos que lo apasionan y equipos que transforman desafíos en resultados concretos. Es así como otra de sus grandes pasiones el velerismo se refleja en sus reflexiones, donde declara “Creo que todos tenemos un propósito en la vida. En mi caso, ha sido la innovación permanente, la formación de equipos, navegar y compartir en familia. Llevar lo aprendido en el agua y plasmarlo en tierra firme, sin sucumbir en el intento”, reflexiona.


Hoy, Granotec es un referente en la industria alimentaria latinoamericana, un puente entre la ciencia y la nutrición, entre la tradición y la innovación. Su historia es la historia de un hombre que supo unir sus raíces con su visión, convirtiendo a GRANOTEC en plataforma para transformar la alimentación de millones.


Y así, entre el pan y el vino, entre los cereales y la biotecnología, entre los reconocimientos públicos y los laboratorios, Miguel Ángel González Ortiz ha escrito una historia que no solo honra su pasado, sino que proyecta un futuro más saludable para todos. Con Granotec, y una vida dedicada a la innovación con propósito, construye un legado que continúa aportando ideas que nutren cuerpo, mente y sociedad.

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